Creo que la incomprensión de Jorge Luis Arcos del sentido de mi discrepancia con la poética de García Marruz se debe a que, aunque reconoce su distinción cuando afirma haber escrito mucho sobre “la poesía y la poética de Fina García Marruz”, confunde en alguna medida ambas nociones. De lo que resulta ocioso u absurdo discrepar es de la poesía, de los poemas en tanto objetos estéticos que son en primer lugar, pero no de la poética; conformada por ideas sobre la poesía que en el caso de Fina en gran medida derivan de –o acaso determinan– lo que Arcos llama su “cosmovisión”, esta no sólo se ofrece al gusto o al interés, sino también a la discrepancia. Así entendida, la poética resulta siempre menos singular que los poemas, toda vez que el mundo de las ideas constituye necesariamente un repertorio más limitado que el mundo sensible de la poesía: ¿no están las poéticas de García Marruz y Cintio Vitier más próximas que sus respectivas producciones líricas?
De algún modo mi discrepancia de la poética de García Marruz (para nada contradictoria con mi apreciación de su poesía) estaba explícita en mi breve comentario cuando señalaba su “raíz reaccionaria”, y afirmaba que esta, ostensible ya en los ensayos publicados en los años 40 desembocaba en La familia de Orígenes en una clara legitimación de la dictadura castrista. Como me esfuerzo en demostrar en el último capítulo de Límites del origenismo, en aquel ensayo lamentable de 1994 la poética “antimoderna” de García Marruz, definida por su legitimación religiosa de la poesía y la consecuente demonización de la literatura, reduce prácticamente el mundo de la gracia poética al de una modernidad “nuestra”, martiana, proveniente de Dante y de la cristiandad, modernismo “creador” que culmina en la Revolución Cubana y que se opone a la literatura, la vanguardia, el surrealismo, el neobarroco, el existencialismo, impiedades propias de una modernidad “otra” a la que, desde luego, no pertenecería una cubanidad a la García Marruz atribuye virtudes tradicionales y cierta gracia resistente. Dentro Castro y Martí; fuera La isla en peso y De donde son los cantantes: esa es, en cierto sentido, la expresión más gráfica de la poética de García Marruz.
Sí, García Marruz escribió, en aquel ensayo de 1970 que polemizaba veladamente con la ortodoxia marxista entonces dominante, que en la poética personal debería caber todo, pero evidentemente ese no es su caso: en la suya es mucho lo que queda fuera; su realismo de la misericordia excluye de la mirada toda una parte considerable -onírica, sucia o absurda- del mundo real. Es de esa poética –reaccionaria, “antimoderna” y legitimadora de la dictadura- de la que discrepo.
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