sábado, 24 de marzo de 2007

Revolución, ¿es nombrar?

Vichioandry Odelín, pelotero; Yumisleydis Cumbá, lanzadora de peso; Yoriorkis Gamboa, boxeador: si lo de ponerle nombres a los años es una de las originalidad de nuestro país, hay que reconocer que otra igual de significativa es esa profusión de nombres inventados entre las más recientes generaciones. Y en mi opinión ambas curiosidades están relacionadas, en la medida en que claramente remiten a ese alfa y omega que es la Revolución. No por azar se menciona a cierta “Yoyanca” en Utopía y a cierto Yonaikys en “Hablando como los locos”: tanto el cortometraje de Arturo Infante como el escrito de Ena Lucía Portela dan fe del fracaso estruendoso de la ingeniería social del "hombre nuevo".

Esta profusión de nombres insólitos refleja, desde luego, la impronta destructora de la Revolución sobre la tradición: en medio de los nombres de toda la vida, asociados al santoral católico y a la trasmisión de la memoria familiar, irrumpen estos que ya no se escogen, sino que se inventan. Pero el fenómeno refleja, por otro lado, también una fuga de una opresiva ideología que deja muy poco espacio a la iniciativa privada: el exotismo que constituye, en un país de habla castellana, la inicialización con “y” no puede ser casual.

Ocurre, en cierto sentido, como con la chusmería, que se impone cuando, destruidos los antiguos valores de la educación formal propios de la sociedad republicana y erosionados los que promovía la cultura socialista, se cae en esa falta de valores que tanto molesta en el "período especial" a ciertos intelectuales cubanos. Pero habría que recordarles a todos los nostálgicos de “la moral y las buenas costumbres” revolucionarias que esa chusmería magistralmente retratada en Utopía es en gran medida la consecuencia de una “rebelión de las masas” que la Revolución de 1959 aupó y capitalizó. Vemos ahora los rostros grotescos de esas mujeres “revolucionarias” que repudiaron a las Damas de Blanco con gestos de burla y gritos de “gusanas”, y recordamos aquellos primeros tiempos en que en medio de un entusiasmo masivo se gritaba “Nikita, mariquita / lo que se da no se quita” y “La ORI, la ORI / la ORI es la candela”.

Después de todo, no es descabellado ver también una relación entre esas consignas y estos nombres inventados: es en el automatismo de aquellas y la creatividad plena de mal gusto de estos donde único la Revolución Cubana ha sido realmente vanguardista.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Duanel, te agradezco mucho traer a colación este tema. Es algo que vengo analizando desde hace tiempo y he me preguntado el porqué no se ha abordado antes con profundidad. (creo haber leido hace algún tiempo sobre unas declaraciones que hiciera Luisa Campuzano a propósito de la pobreza del lenguaje cotidiano que se "habla" en la isla).
Pienso que esa pobreza y falta de creatividad en la invención y/o selección de semejantes nombres tuvo un fuerte impulso en la misma subcultura insular que promovió ese mismo "alfa y omega" que se ciñó sobre la nación hace casi medio siglo, a través de la entronización de la chusmería; una estética, por cierto, que comparten los "revolucionarios" de todas partes.
El castrismo apostó a la estética de "lo popular" (lo vulgar), en contraposición a la de la "vieja" república, donde predominaban los valores "burgueses". Así, se elevó al rango de lo correcto, comer con cuchara, en bandeja de aluminio, sin manteles, "a lo cubano".
Sin embargo, observo con perplejidad que esa manía de nombrar a los hijos con semejantes disparates no es exclusiva de Cuba, sino que es algo que también sucede en otras latitudes; conozco de algunos países de la Cuenca del Caribe y en el cono sur de América. En Venezuela, por ejemplo, antes que la plaga bolivariana se hiciera del poder, ya se habían puesto de moda los nombres de fármacos. También en República Dominicana abundan esos disparates. Así que, me atrevo a plantear que es un fenómeno sociológico generalizado y multicausal.
En Cuba, además de las múltiples variaciones al nombre "Juan" en su versión italiana (Yovani, Yosvany, Yoandry, etc), se observa un excesivo uso de la "Y" en muchos nombre(te)s. Un merecimiento especial para esa joya de la cultura nacional: Yusnavi (US- Navy).
Saludos,
LuisC

Anónimo dijo...

Bueno el artículo y el comentario. Siempre me ha parecido que esos nombres buscan un afuera, una innovación o, como afirmas, una iniciativa privada que no se da en otras esferas. También hay mimetismo -los nombres rusos de los 60-70- y fetichismo: Joan por Juan cuando Serrat era un ídolo en Cuba. El comentarista nos habla también del Caribe y tiene razón. Lo de República Dominica puede que supere a Cuba. Agrego el caso de Canarias, donde un niño fue bautizado, hace una década, como Kevin Costner de Jesús.
IN-side

Anónimo dijo...

Las "revoluciones" nacen de la envidia, y se sustentan en los instintos más bajos...de las "clases" más bajas, la "racaille" que diría Sarkozy. Ergo, son sus "valores" -la ausencia de éstos, la incapacidad para crear, para producir, para humanamente progresar y distinguirse mejor de la parentela animal; en una palabra, la civilización, que estas "clases" se han revelado incapaces de crear- los que dominan.
Durante el Terror, aquel que en la calle tuviera buenos modales, estuviera vestido con cuidado, en fin, lo que se diría en una época en Cuba, no?, "tener aspecto de persona decente", y para ellos entonces "parecer un senor, un noble", era inmediatamente denunciado y llevado a la guillotina.
La Rev.Francesa destruyó una "civilización de la vida", la más refinada que el mundo haya conocido. Lo que ha quedado hasta hoy de ella, no son sino muy pálidos reflejos, y gracias que éstos se pudieron salvar debido a la tozudez y prudencia de algunos "nobles".
Desde luego, ese refinamiento excelso se mantenía gracias a unas (marxistas) relaciones de producción inoperantes. Pero esto no justifica la pasión con que destruyeron el mundo del "Ancien Régime". De lo que se trata es de Cultura, pero los "revolucionarios" no sólo no entienden de esto, sino que malignamente vienen al mundo para destruirla.

Duanel Díaz Infante dijo...

Sí, es verdad que estos de los nombres inventados no es único de Cuba. Me han dicho que en ciertas zonas del sur de Estados Unidos, y del norte de Brasil, ocurre otro tanto. Y ahora me entero, por vuestros comentarios, que también en muchos lugares del Caribe. Ahora, habría que ver si la preferencia por la "y" (y por la "k", casi inexistente en nuestro idioma) no son exclusivas de Cuba.

Anónimo dijo...

Es muy probable que en nuestro caso, la proliferación de esa subcultura "de masas" formara parte de la estrategia totalitaria de borrar el pasado y la memoria. No me parece descabellado pensarlo, para nada.
Pero también observo que es una tendencia generalizada en las poblaciones de más bajos ingresos/educación en muchos países. Baste observar los nombres de muchos de los futbolistas brasileños (la gran mayoría proveniente de villas miserias y fabelas): Emerson, Robson, Wagner, etc, en todos los casos usados como nombres y no como lo que se suponen que sean.
Más al sur se observan otros casos pintorescos, pero los dejaré para próximos comentarios.
Volviendo al caso cubano, creo recordar mientras redacto estas líneas, que no hace mucho publicaron en Cubaencuentro un trabajo periodístico de alguien con esta misma preocupación. Incluso, creo que hasta llevaba un registro de las "invenciones" criollas, algo que siempre he querido hacer, aunque con un propósito documental-humorístico.
Gracias,
LuisC.

Anónimo dijo...

AL fin alguien trae este tema a discusión. La destrucción paulatina de tradiciones y valores se refleja en en lo que llaman "nombres" y no son más que deformados inventos de mentes incultas.

Anónimo dijo...

Lo de los nombres trae cola. En Ecuador les ponen cada unos: Stalin, Lenin, Tolstoi, de nombre de Pila, así como Stalin Pérez. En fin, al final podrían ocurrir combinaciones buenas, se me ocurre algo como Stalin Díaz de Armas o Lenin Casas del Valle.

Anónimo dijo...

Además del tema de los nombres, se habla de la pobreza del lenguaje, entiendo que este fenómeno generalizado. Creo que no tiene por qué ver con la Revolución.
Cómo se explica el fenómeno de reggeaton?? Es incomprensible como este fenómeno se masifica incluso en países que aparentemente no tienen nada qué ver con ese tipo de mensaje cultural como en Argentina o Chile.

luisc dijo...

Ciertamente, hay quienes sostienen que hay pobreza en lo que se escribe, se lee, se publica, y, por supuesto, se baila hoy. Hasta una colega de mi oficina, más joven que yo por cierto (y solo soy un pibe de 40 años), se lamentaba por la ausencia de buenas bandas de rock, como aquellas que se movian en la radio décadas atrás... En fin, que hay muchas opiniones, condicionadas por gustos, educación y circunstancias personales.
Comparto la opinión de que las manifestaciones pseudoculturales no son exclusivas de la Cuba post 1959. Hay montones de ejemplos en muchos países que desmentirían cualquier asociación.
Pienso, sin embargo, que en nuestro caso se sucedieron dos grandes momentos: (i) el incendiario discurso revolucionario de los primeros años que promovió una serie de "costumbres nuevas", proletarias, en contraposición al modelo que promovía la (vieja) sociedad republicana y burguesa, aderezado por el realismo socialista que vino con los misiles soviéticos (en ésa época ganaron celebridad los nombres Ivan, Igor, Boris, Serguey, Yury, etc); y (ii), un segundo momento, más cercano en el tiempo, donde comienzan a pulular los "inventos" postmodernos de muchos de los que nacieron a finales de los 70s y los 80s, que se ha consolidado como una tendencia lamentable en los 90s, para desgracia de la cultura.
Como anécdota, puedo recordar que mis amiguitos de escuela primaria y secundaria tenían nombres memorables y recordables: Ulises, Hugo, Pedro, Raúl, Héctor, Laura, Georgina, Lourdes, Jesús, Sofia, etc. En cambio, mis hijos me deleitaban (y hasta ellos suelen recordarlos con sorna) con los disparatados nombres de sus "colegas" (Yovany, Yonier, Yoibel, y un largo etc. con la "Y").
¿Las razones de toda esta movida? La verdad que me supera y sería un buen motivo de investigación para los académicos.

Observaciones y especulaciones:
Es cierto lo que dice adriana de los nombres tan escalofriantes que se escuchan en otros países. En algunos casos vinculados a la militancia política de los progenitores; hay un deseo de trasladar al nombre de los hijos las fantasías, creencias y frustraciones de los mayores. Así veo que hay familias adineradas que mandan a sus hijos a escuelas bilingues, preferiblemente en inglés, pues asocian "el progreso" a una forma de "americanización" o "britanización" de sus vástagos, y en el éxito que les depararía, como mismo sucedia en otras épocas cdo los mandaban a los liceos franceses. En ellas hay, inconsciente o no, una expresión de deseo de acercamiento cultural a lo que en sus cabezas se interpreta como "avance" o progreso o modernidad.
Por su parte, los sectores de bajos ingresos también articulan su postura en una suerte de "americanismo" marginal. De ahí la familiaridad de la "cumbia villera" con la cultura del "rap", o el "reggeaton". Obsérvense sus atuendos, la estética de toda la movida, para que se identifiquen los rasgos comunes, con independencia de las diferencias de clima entre Buenos Aires, San Juan y NY.
Finalmente, pienso con humildad que, tanto el fenómeno de los nombres "raros" (si, es un eufemismo) y las expresiones populares vulgares o "bajas", son un proceso vinculado a la masificación de la cultura. Por una parte, hoy en día son cada vez más los que pueden acceder a los medios y a los bienes culturales, aunque los últimos no sean ni lo uno ni lo otro, y como en toda economía de mercado, lo que más se demanda (se vende) es lo que más se produce, por lo que al haber más consumidores dispuestos a pagar por tales productos, pues los veremos con más frecuencia en los mercados. Así de simple.
LuisC.

luisc dijo...

A propósito de las variaciones con la letra "Y", ayer lo leí en Penúltimos Días (http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2007/03/29/AR2007032900325.html) y hoy lo reedita el Nuevo Herald (http://www.elnuevoherald.com/212/story/22711.html)

Anónimo dijo...

La Y - la griega y signo del laberinto - a las certeras acotaciones que he leído de Duanel y sus interlocutores se me ocurre añadir la del pronombre de primera persona del singular: el "speech act" del significante de identidad declara: "Yo esto, Yo lo otro, Yo sí, Yo no, Yo afirmo esto yo niego lo otro. Protesta, de seguro. Tal vez al Yoelvis podríamos añadir el Fuielvis.
Eduardo, Baltimore

machetico dijo...

Analizar tambien los "combinados". Conoci un individuo llamado Alexiwi, combinacion de los nombres (ya foraneos) de sus abuelos Alexis y William.

Duanel Díaz Infante dijo...

Sí, están los "combinados", y también los que salen de virar al revés el nombre de uno de los padres. Tuve un amigo de infancia que se llamaba Ailemor, que es Romelia al revés.