En Rebelión –de donde, por cierto, también han retirado la nota de Cuba Debate de la que dio noticia Encuentro en la red– encontramos hoy otra perla: una entrevista con René Vázquez Díaz publicada en la revista Quimera. Copio aquí algunos fragmentos para quienes no tengan suficiente estómago para leerla completa.
“Yo elegí no pertenecer a los grupos de cubanos que viven en Madrid, México, Miami o París. Ninguna presión social, económica o política me obligará a decir algo en lo que no creo. Participar en los proyectos norteamericanos contra la Revolución , como la revista Encuentro o el frente mediático propagandístico financiado por Estados Unidos (Radio Martí, Cubanet, etc.) me parece indigno. Yo me apego a mi insularidad descarriada, pero irreductible.” (Antes ha dicho que “nunca ha salido de Cuba”.) “La imagen de una Cuba totalitaria y de un exilio democrático es falsa. El exilio cubano carece de un proyecto de futuro. La Revolución es democratizable, pero los exiliados que viven parasitariamente de los dineros yanquis no son desamericanizables.”
“... la revolución colocó la biblioteca en el centro del pueblo y de nuestras conciencias, ofreciendo posibilidades de lecturas que antes no existían en Cuba.” Ni una palabra sobre cómo luego acabó con todas las posibilidades, implementando la censura y el terror. La burguesía usó los libros como adornos, fue indiferente a ellos, los despreció, pero nunca los prohibió ni los hizo pulpa. Antes de 1959, apenas habían editoriales en Cuba, pero sí una gran prensa, continuadora de una tradición que provenía desde que, en 1880, cuando Cuba pasó a ser una provincia de España, se abrió en la Isla un auténtico espacio de opinión pública. Esa tradición fue acabada en 1960, con la nacionalización de toda la “prensa libre”. Pero ahí, en lo que no es sino una subordinación de cultura a la paideia revolucionaria, Vázquez Díaz se empeña en ver un progreso. “Todos los que nos fuimos y creamos nuestra obra fuera, somos también un resultado del progreso inaudito que, para alegría de unos y tormento de otros, introdujo el proceso revolucionario en un país en el que no había editoriales ni hábitos de lectura y que estaba plagado de analfabetos, tanto pobres como opulentos. Sin embargo, si Cuba vuelve a ser una colonia norteamericana me temo que otra vez los nuevos ricos miamizados encuadernen a Cervantes y a Lezama para embellecer sus estantes.”
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