lunes, 19 de febrero de 2007

La cubanización de Vattimo

Para quienes nos interesa el tema de los fellow travelers de la Revolución Cubana, el caso de Gianni Vattimo resulta ciertamente curioso. La mayoría de los actuales valedores del castrismo o son demasiado jóvenes como para haber tenido que tomar partido a raíz del “caso Padilla”, como la mayoría de los de Rebelión, o lo hicieron entonces a favor del régimen, como Alfonso Sastre. Resulta, entonces, notable que el filósofo italiano, nacido en 1936 y ampliamente reconocido en 1971, no aparezca en aquella fecha significativa ni ofreciendo su apoyo al gobierno de La Habana ni firmando, junto a compatriotas suyos como Italo Calvino, Alberto Moravia y Rossana Rossanda, las cartas de protesta y ruptura a Fidel Castro. ¿Cuál era la posición de Vattimo entonces en un tema de tanta actualidad? ¿Apoyó en los sesenta a la Revolución? Vattimo no aclara estas interrogantes en las entrevistas que ha concedido a raíz de sus visitas a Cuba para la Bienal de La Habana del año pasado y ahora en la Feria del Libro.

El teórico del pensiero debole es, seguramente, compañero del último tramo del viaje -ese que comenzó cuando, desaparecida la Unión Soviética, Cuba, por el solo hecho de permanecer socialista, emergió como símbolo de resistencia al capitalismo norteamericano. En su reciente entrevista a EFE, Vattimo reconoce que ahora “tiene un nuevo sentido el castrismo”, y ese sentido, según se aprecia en su artículo “La cubanización de América”(La Stampa, 14 de abril de 2006), no es otro que la oposición a la hegemonía política y cultural de Estados Unidos.

Vattimo, a quien no le parece “particularmente oprimida por condiciones políticas totalitarias” la gente con la que se ha reunido en Cuba -“no solo personajes del "régimen" sino personas comunes”- reconoce sin embargo las fallas del sistema electoral y hasta las represiones políticas, pero todo ello queda justificado, en su opinión, por el estado de sitio del país: “la tolerancia y también la pura y simple admiración y afecto que los cubanos alimentan hacia Castro y con el cual aceptan sacrificios y limitaciones, corresponde al estado de emergencia en el cual todos saben que se encuentran.” Una vez comprendido esto, y tenidas en cuenta las plagas de la democracia occidental, corrupta y alejada de las masas, “el prejuicio democrático” a la hora de juzgar a Cuba desaparece y la Isla “se convierte en un fenómeno concretamente capaz de brindar modelos, de constituir un centro de resistencia a la fuerza del capitalismo norteamericano.” Es hora de hablar de la Escuela de Medicina Latinoamericana, de la Operación Milagro y de la UCI, sitios privilegiados del turismo revolucionario de nuestros días. Hora de hablar, incluso de las horas arroceras, que el propio Castro le mostró en una entrevista relatada por el filósofo en otro artículo en La Stampa. ("Habla Fidel", 28 de mayo de 2006)

Hora de hablar, desde luego, de la Feria del Libro; Vattimo se muestra muy impresionado por cuánto se lee en Cuba, cómo se vive allí la cultura... Ha ido a presentar su libro Ecce comu, donde narra cómo recientemente devino comunista. “La conciencia de los límites de la democracia formal occidental creció en mí con el conocimiento de los experimentos latinoamericanos. En estos años he venido a Cuba y he conocido la Venezuela de Chávez. Sé que tienen límites, pero son lugares donde se intenta lograr una forma de participación popular sin los límites que hoy tienen las democracias occidentales.”, afirma a La jiribilla. “Necesitamos que América Latina nos salve de la dominación estadounidense. He cultivado este sueño en estos últimos años, porque América Latina tiene recursos, fuerza demográfica, capacidad de resistencia, no militar sino económica, frente a Norteamérica.” Una vez más América Latina como utopía de la filosofía occidental, como fuente de energía para salvar a Europa de la decadencia que le impide resistir la hegemonía norteamericana.

El comunismo que propugna Vattimo -quien es menos antiestalinista ahora que antes, según reconoce-, es, sin embargo, “posmoderno”, como vemos en su reseña de un libro de Toni Negri. “Puede que sólo el postmodernismo (y estoy pensando en Nietzsche y en Heidegger, al cual Negri tacha de reaccionario) pueda ayudarnos a pensar una “revolución” que no pretenda crear un nuevo “orden” establecido y formalizado rígidamente (como en el fondo querría Habermas), sino que acepte preparar, con un estilo un poco más irónico y anárquico, nuevas formas de existencia, de las cuales, por ahora, tenemos sólo una vaga intuición.”, escribe allí. Ahora bien, si Vattimo cree que Cuba puede indicar algo de esa intuición está en un craso error, y debería tener en cuenta que los cubanos no han tenido ni tendrán a su alcance las fuentes teóricas para semejante ejercicio de imaginación. El posmodernismo estuvo anatematizado en Cuba, tachado de reaccionario y procapitalista, haasta hace muy poco. Las obras de Nietzsche y Heidegger, puntos de partida de la crítica de la metafísica en que consiste el pensiero debole, no han sido nunca publicados en la Isla, y no fueron estudiadas, durante décadas, sino como ejemplos de la filosofía burguesa en su etapa decadente, casos notorios de aquel “asalto a la razón” denunciado por Luckaks. Desde tal punto de vista, el intento de mezclar a Marx con Heidegger emprendido por Vattimo a fines de los sesenta no podía ser considerado ni siquiera “revisionista”; era pura decadencia.

Vattimo, filósofo libertario, debería tener un poco en cuenta estas cosas antes de “cubanizarse” tan irresponsablemente, alabar a Castro como "uno de los pocos restos monumentales de la historia del siglo XX" y proponer como modélico un "experimento" (así le llama el propio filósofo) donde los cubanos no son sino conejillos de Indias.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno, Duanel. Ya lo envié a varios amigos para que lo lean en sus correos. Sigo tu Blog. Copio de el para difundir entre los conocidos que no tienen internet. Saludos

Anónimo dijo...

Excelente. Muchos deberian leer tu blog a diario.
Gracias.
AM in Canada.

Duanel Díaz Infante dijo...

Pues muchas gracias, Jorgito, por difundir más estos apuntes. Y a AM por lo que me dice sobre el blog.

Anónimo dijo...

Lo de Vattimo es sintomático de una polaridad que ya el malvado de Nietzsche, en Voluntad de poderío, nombraba como nefasta entre teoría y práctica. El culto a la presencia, a la Verdad de la experiencia revolucionaria “concreta” frente a una mundialización capitalista que el italiano piensa como norteamericana naturaliza un “hay que escoger entre los bandos” y no imagina la familiaridad, la comunalidad de los enemigos a la hora de los mameyes. Yo creo que hay que escoger pero fuera de esta bipolaridad siamesa. En un libro, escrito por un puertorriqueño, sobre el periodo revolucionario de los sesenta en Cuba, Fulguración del espacio, y de la mano de Arendt, Benjamin, Foucault creo haber entrevisto que el culto a la Utopía Tropical fue una forma sacramental de la confesión pública ante el Poder, envarnadao en la verba del funcionario profético del Futuro de la Sociedad. Al final ese modo de intervención en la Historia, en la Política, hablar con los Líderes, dirigirse a los compatriotas, verlos en filas antes las instituciones que los ayudan se naturalizó no solo como una encarnación bondadosa de lo politico, ademas devino una forma alternativa del futuro y de su corrección moral. Al final regresó una imagen antiquísima del peor pasado posible. Buen blog y ciao.

Anónimo dijo...

[Sorry for the repetition, pero había una errata nefanda. El administrador del este blog puede eliminar la previa whenever he wants.Merçi. lbm]

Lo de Vattimo es sintomático de una polaridad que ya el malvado de Nietzsche, en Voluntad de poderío, nombraba como nefasta entre teoría y práctica. El culto a la presencia, a la Verdad de la experiencia revolucionaria “concreta” frente a una mundialización capitalista que el italiano piensa como norteamericana naturaliza un “hay que escoger entre los bandos” y no imagina la familiaridad, la comunalidad de los enemigos a la hora de los mameyes. Yo creo que hay que escoger pero fuera de esta bipolaridad siamesa. En un libro, escrito por un puertorriqueño, sobre el periodo revolucionario de los sesenta en Cuba, Fulguración del espacio, y de la mano de Arendt, Benjamin, Foucault creo haber entrevisto que el culto a la Utopía Tropical fue una forma sacramental de la confesión pública ante el Poder, encarnado en la verba del funcionario profético del Futuro de la Sociedad. Al final ese modo de intervención en la Historia, en la Política, hablar con los Líderes, dirigirse a los compatriotas, verlos en filas antes las instituciones que los ayudan se naturalizó no solo como una encarnación bondadosa de lo politico, ademas devino una forma alternativa del futuro y de su corrección moral. Al final regresó una imagen antiquísima del peor pasado posible. Buen blog y ciao.

Duanel Díaz Infante dijo...

Así es, hay que salir de esa polaridad. Lo de Vattimo es lamentable, e ilustra cuánto ciega el antinorteamericanismo a algunos intelectuales europeos. Saludos y gracias por leer el blog.